miércoles, 29 de julio de 2009


La reverencia se arrojó a las dudas,
Y un abrazo se contuvo entre alientos.
Las miradas, nutrieron ásperas al viento
Y la lujuria encalló en aguas turbias.

Dócil, sucumbió la ternura.
Fácil, se forjó la querella.
Ambos embistieron sus caderas
Y lisonjas disgregaron a la doncella.

miércoles, 22 de julio de 2009


Parece que defendemos muy valientemente el engaño de ser respetuosos, de ser sinceros, correctos, cuando en realidad, a nadie le importa eso. El que quiere matar puede seguir haciéndolo con total impunidad, el quiere odiar puede seguir haciéndolo con total impunidad, el que quiere destruir puede seguir haciéndolo con total impunidad. Pero el que quiere amar, no puede hacerlo con impunidad, porque esta sociedad, este hombre de hoy, no ama, solo utiliza; no siente, solo contabiliza; no miente, solo dice la verdad.

viernes, 17 de julio de 2009


Un racimo de mensajes. Una feria de contradicciones ¿No?


Existían en un futuro mil razones para no recordar el olvido.
Sobrevivieron al pasado otras mil razones para desechar en vano la utopía, y sacrificarse en pos del atajo más largo e improvisado.
¿Qué más?
¿Qué menos?
¿Quién, en todo caso?
Algunas circunstancias son solo un reducto de consecuencias favorecidas por la falta de iniciativa para decidir sobre la derrota que implica ganar cualquier “aquello” que ya estuvo lejos de ser un homenaje.
¿No estamos asqueados de homenajes?
¿No estamos borrachos de caminos?
Otras veces, otros presentes, otras congestiones. ¿No?
Otras narices, otras esencias, otras melodías. ¿Tampoco?
¿Qué mas?
¿Qué menos?
¿Quién, en todo caso?

viernes, 10 de julio de 2009


¿Caíste en la cuenta?


Te pones a pensar alguna vez -¿no es cierto?- en toda la cantidad de cosas que has vivido, son muchísimas, son prácticamente inabarcables, aún por la mas viajera imaginación. ¡Tantos años, tantos meses, tantas semanas, tantos días, tantas horas!
Pero lo más llamativo es que los recuerdos llamados “imborrables”, se garabatean cada vez con más indiferencia, y que millares de otros recuerdos, rara vez son aplaudidos con repudio para que surjan del escenario, porque rara vez pueden ser protagonistas de la escena que en esa actualidad copa tu sinapsis.
Sin embargo, lo único certero, lo único que sentís saber, es que ya ha pasado mucho. Todo este palabrerío ya lo oíste antes, es una trivialidad, más de lo que ya estas harta de escucharte reflexionar. ¿Pero sabías que la peor de las cataratas, es la más eficaz caída en la certeza?
Certeza: Sentís que la vida no anda, ni siquiera gateando, sino que se derrama ya vieja, ya marchita, ya disonante, ya sin más que un poco de algo que es casi una nada.
¡Vaya nueva certeza! Siempre se aprende algo nuevo, ¿no? ¿Nuevo? Esto no es nuevo, esto ya ha dado vueltas en tu cabeza desde hace bastante tiempo. ¿Desde cuándo? No lo sabes, pero sí sabes que hace mucho que está allí, como si estuviera esperando. ¿Esperando qué? ¡¿Esperando qué?!
Quedaste en letargo, otra vez quedaste paralizada; otra vez sin nada, es decir, sin nada delante y sin nada detrás, solo esperando. Pero inesperadamente algo se aparece, una fisura se abrió camino entre tus enigmas, un terremoto sacude al máximo tus frágiles cimientos .
"Damas y Caballeros... Hace su entrada en la escena que en esta actualidad copa tu sinapsis un recuerdo lejano, que se escapó hace tiempo: el “por hacer”. ¿Qué queda por hacer? ¿Qué puedes hacer ahora? ¿Qué puedes hacer en un rato?"
Y así caes de nuevo por la cascada de la certeza, para chocar bruscamente con el futuro, y darte la cabeza contra el filo de las posibilidades que ahora comienzan a inundar tu jardín flotante.
No tardas mucho en sacar cuentas injustas:
- “De lágrimas puede formarse un océano, y en él podemos naufragar. ¿Sabe eso la vida? ¿Sabe que no todos sabemos nadar?”

jueves, 5 de marzo de 2009

En vida, la helada lobreguez, graba la marca de todas las cosas en el alma, y nos lleva en su cúmulo, al final con la perpetua afonía.


Ruina de las necesidades:
La helada caída hacia la duda
Con la feroz escasez que acosa
Lidiar entre una cosa y su burla.

Huir del fatigado huir:
Creemos en la desgarradora pena
De ser en vida lo que otro viviera
En su cúmulo de pulsiones ciegas.

El adiós es prisionero,
Culpable de engañar la identidad.
Con los muros repletos del pretérito nacer,
Y en los pasillos llenos de sol adentro,
Algún alguien esta viendo
Que aún siendo, no es más que provecho
Del delirio florecido
De la lobreguez del ayer.

El acervo mentiroso de paz,
Mentiroso de galimatías preñadas
Con la muerte acechante,
Con la deuda que castiga
Y graba la marca ardiente del transcurrir.

Transcurrir colmado de desengaños,
De desilusiones,
De llanto, de risa
De triunfos,
Y de todas las cosas que nos llevan
Al final del sendero,
Al frío y sólido choque,
Al áspero sabor en el alma,
Al coito con la perpetua afonía.

domingo, 22 de febrero de 2009

Fui Dios un instante


Aquella mañana,
Todo se vio tan claro, tan obvio.
Aquella noche,
Todas las cosas quedaron tan lejos.
Los camuflajes necesitan de un buen esbozo,
Pero qué tortuosas se vuelven las acciones,
Cuando ese camuflaje hurta el examen de tus gobiernos.
Duré sin voz.
Habité sin movimiento.
Los céfiros raras veces soplaron con tanto nervio,
Y las hordas de mariposas
Ya añoraban revelarse tan alborotadas.
La lluvia vino y se fue,
No quiso prometer promesas,
Pero surcó zanjas,
Y rebalsó las acequias,
Regando de frescura los contornos de la extensión.
En esa extensión,
Aquella noche y aquella mañana
Se aparearon con húmeda y candente ternura,
Desgajaron sus esencias,
Y sojuzgaron con extremo placer
La unión, la huída, y el perfume.
Dieron a luz las mariposas,
Y mi cuerpo sucumbió
Surcado por el magma de sus manos
Ahorcando las mías.

El futuro es una apuesta;

con una responsabilidad de seis lados,

cualquier circunstancia puede ser tu azar...

Luego revisas tu bolsillo,

tu memoria ya carga con grandes debes y haberes.

Te has vuelto un adicto al vicio de apostar tu vida.

¡Sorpresa!

¡Tu pasado ya es hace tiempo la pérdida que sostiene tus vivencias!

jueves, 19 de febrero de 2009

Hola a la despedida. Chau a la bienvenida.



- Hola.
- Hola, ¿cómo estás?
- Qué pregunta. No sé, si queres te puedo decir “bien” por una cuestión de costumbre o protocolo. Si no puedo serte más sincero y decirte: no lo sé, pero tengo un sabor a felicidad. Quizá por primera vez en mi vida.
- Me quedo con la segunda respuesta. Es más sincera que el “bien” ese que siempre decimos, pero también muestra que tenés más problemas para responder con seguridad a tan simple pregunta, que de por sí, es una pregunta protocolar y hecha por costumbre.
- Sí. Es verdad. Pero me parece que es sincero mostrar los problemas de uno, y creo que la sinceridad es una de esas cosas por las cuales hoy puedo decir que por primera vez en mi vida he probado el sabor de la felicidad.
- Bien. ¿Y cómo amaneció en vos esa felicidad de la que hablas, o mejor dicho, ese sabor a felicidad que está empapando tu paladar?
- Dijiste bien. Mi paladar, a pesar de no saber muy bien qué es, está empapado en ese sabor nuevo. Ese sabor lo probé en la distancia, allí está, estoy seguro; sin embargo, no hay que ser ingenuo y pensar que está lejos, no necesariamente la distancia esté lejos. Te puedo decir también que ese sabor lo probé conociéndome, buscando conocerme, buscando huir para llegar, y perderme para encontrarme. Buscando una plenitud que aquí no tenía, buscando una frescura que aquí no existe, y un encierro que aquí es muy pequeño.
- ¿Qué interesante lo que decís? ¿Te imaginabas diciendo estas cosas hace 4 meses?
- No. Pero tenía la esperanza de poder ser capaz de decirlas. Y además, lo presentía. Este era el momento para empezar a hablar ese idioma, para entender sus primeras palabras. Era una gran presión, porque si la oportunidad que tenía, que la aceché por largo tiempo, se me llegaba a escapar de las manos, creo que hubiese perecido en fábulas infelices y marchitas sin juzgamientos. Eso también lo presentía, eso lo presentía como la culpa que uno siente cuando se arrepiente no por lo hecho, sino por lo no hecho por tal o cual razón.
- Bueno, voy a ser directo: yo me estoy yendo para siempre, ha terminado mi carrera, vine a despedirme, y también a decirte que a pesar de todo, fuiste un gran compañero, un gran colega, un gran hipócrita en esta parábola de verdades peregrinas.
- Fue un placer.
- Tengo una última inquietud antes de despedirnos: ¿bajo qué forma apareció ese sabor a felicidad?
- ¿Por qué lo preguntas?
- Porque yo todavía no lo he probado.
- Mmmm. Tiene la forma de una montaña, la de una nube, la forma de una piedra, o la de un árbol, o la de un río. Tiene el color de un lago, el color de la luna, el color de un caballo, de un ave, de un tábano. Tiene el aroma del aire, y la voz de un silencio lleno de matices. Dibuja caminos serpenteantes, y desfila vestida de personas bellas, hermosas, tan enteras que exageran lo humano. A veces te conquista con un beso, otras con un abrazo, y otras con una pesadilla de la que se ruega jamás salir.