jueves, 28 de agosto de 2008

Vislumbrando la locura


Estás caminando,
Estás sentado, estás mirando,
Estás actuando
Conforme a la automaticidad.
Estás pensando.

Estás avistando significados,
Estás advirtiendo quimeras,
Estás sin control juzgando
Que de vez en cuando,
Te pasa algo parecido.
Pero lo parecido se ha caído
Lo parecido, ya está en otro lado;
Y el lado que ahora es el lado
Que te alberga, ya no es el lado
Que te alberga.


Refutas todo lo que acabas de decir.
Dudas de todo lo que acabas de refutar.
Pensás en todo lo que acabas de pensar.
Sentís que todo se disgrega.
Sentís que el sentido se pierde.
Sentís que el miedo te muerde.


Y es cuando el vértigo
Pasa a ser causalidad,
Y es cuando la causalidad
Pasar a ser presa del azar.


Pero tus pies siguen moviéndote,
Tus ojos siguen mirando,
Tus oídos siguen oyendo,
Tu tacto te sigue diciendo
Que estas ahí contigo
Viviendo,
Que no te has ido
De tu cuerpo. Ausente,
Tu mente sigue presente,
Pensando que está ausente,
Pensando que no existe tal sentido.
Y te gritas a vos mismo
Desesperado, introvertido,
Y preso de tu sin motivo,
Libre de tu subjetividad,
Libre de tu objetividad,
Libre de vos mismo.


El miedo ya no te muerde,
El miedo ahora te enmudece,
El miedo ahora desaparece,
Porque ya ni en el miedo
Confía tu extraviada mente,
Que extravió pensando el ambiente,
Al ambiente mismo,
En donde casi a punto has perecido.


Y de pronto te ves haciendo.
De pronto te ves viendo.
De pronto te pensás sintiendo.
De pronto de te sentís de nuevo.
Y lo automático
Vuelve a vestirte diciendo:
No estoy loco, no estoy muerto;
En ese momento…

domingo, 24 de agosto de 2008

Sorry for the mess


Se culpó por lo que había pensado. Estaba incómodo. ¿Tenía sentido culparse? No lo sabía. Sabía que sentía una enorme desazón, angustiante, densa, llena de anonimatos; cumplía, no obstante, su pulsión mas morbosa, mas carnívora. Pero ¿qué fue lo que sucedió exactamente? Quiso responderse y no pudo hacerlo, vio tentadora la idea de enderezar su postura para voltearse una vez más y así poder confirmar lo que nunca se confirmaría. Atrás suyo, las cosas no eran… cosas. “¡Diablos! Ojala tuviera el coraje”. ¿Qué coraje? ¿Con respecto a qué? Se supone que era con respecto a su culpa. Sentía que no tenía el coraje de tener culpa, pero de todas formas se culpó. “¿Qué fue lo que hice?”, gritó palpitando ya una sensación de muerte moral que cavó un hoyo sin fondo en su abismo interno.
Las imágenes jugueteaban en su visión, una visión que se regocijaba de… Intentó hacer de sus manos la herramienta para palpar el cuerpo que portaba. No sabía si veía lo que estaba alrededor suyo, y cuando sintió su pecho de locomotora, recorrió, con el tacto aterrorizado, su rostro, encontrándolo húmedo y frío. Lo ultimo que recordó fue el despertador que taladró sus oídos cuando los números marcaron las nueve de la mañana, y la fatiga pesada que como una roca lo sostenía placenteramente, y lo ataba obedientemente al cálido espacio entre las sabanas manchadas.

domingo, 17 de agosto de 2008

El Delirio




“La peor forma de extrañar a alguien
es estar sentado a su lado y saber
que nunca lo podrás tener”.

Gabriel García Márquez


Otra vez estaba delirando sus detalles. El subte estaba repleto de pasajeros cansados de la velocidad con la que corren sus vidas. Intento recordar esos momentos de delirio. No pudo. Nunca pudo hacerlo. Se odió por eso. ¿Que hora era? Las tres. Como dice el que se asquea de percibir: “siempre es demasiado tarde o demasiado temprano para lo que uno quiere hacer”. Quiso bajarse del medio de transporte que lo estaba arrastrando. No sabía en donde, pero saco su cuerpo de esa cosa. Subió las escaleras dirigido por la rutina; el día en la superficie no era el mejor. Es mas, el día en esta absurda superficie nunca es mejor; nunca el sol es capaz de dar luz a la oscuridad que hay en uno. Y nunca las nubes lo cubren todo como para apaciguar el dolor y arrojarnos al cansancio que nos hará rendir encima de él cubiertos de sabanas.
Pensó otra vez en ella. No, ella apareció otra vez. Los fragmentos del delirio llamaban a su vista y no lo dejaban focalizarse en la ceguera que implica el vivir. Sentía excitación. Recordaba esos labios cubriendo los suyos y su corazón se hinchaba hasta el punto de explotar. “Quisiera poder explotar frente a ella…” pensó con tono acusativo.
¿Que estaba haciendo? No lo sabía. Hace días que no sabe el porqué de todo lo que hace. En realidad, tampoco eso fue una certeza, pero en la ceguera uno desconfía de la duda y no busca respuestas. No tiene tiempo para eso. Estaba yendo hacia algún lugar. Eso le molestó profundamente. Siempre estamos yendo hacia algún lugar. Vio un banco. Se sentó en él como si hubiese caminado por kilómetros. Era un banco con mucha gente dentro que iba y venía frenéticamente; cargados con maletines y carteras.
Se sentía extraño. Se sentía desconocido. Se sentía dividido. Se sentía en el aire. Se sentía y no lograba entenderse. “Sentirse dos”, eso era. Pero… ¿qué significa?
En frente de él estaba Plaza de Mayo, con sus vayas ya tradicionales que la dividen como lo estaba él. “Sentirse dos” pensó de nuevo. Palomas y gente hacían una danza perfecta de lo caótico organizado a la perfección.
Estuvo sentado por un par de minutos. Siempre dividido. Siempre delirando esos detalles que lo balanceaban al igual que un banco en una tormenta financiera. Al igual que éste banco hace ya cinco años. Estaba tratando de escaparse. Se odió por eso. ¿Por qué quería escaparse de esta sensación? “Porque soy un cobarde” dijo en vos alta. “Porque me aterran sus palabras y ese terror mas me cautiva”, más lo sumía en esta locura.
Decidió caminar. Era lo que siempre hacía. Caminar para que sus piernas llamen su atención al finalizar la maratón consigo mismo. Era una forma de escindirse aun más. Y se fue por ahí, a apreciar la fea belleza del laberinto.

jueves, 14 de agosto de 2008

Dibujaba en la clase de medieval




No eran palabras.
Eran afluentes,
De un algo y hacia un fin.
Sobre el papel
Surcaban sus puntas gastadas e imperfectas
Tallando la textura de expresión.
Pocos colores se conjugaban
Para configurarse en una danza
Dirigida por la espalda de su mano.

Eran movimientos imperceptibles, sutiles.
El costado exterior de su herramienta de piel
Acariciaba el papel
Vestido ya de colores,
Abrigado ya de formas
Y parido ya de su espíritu.

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Quizá eran los conteos,
Los gráficos que pulsaban
El desinterés que impertinente
Le escupía en su atención el ambiente.

Gritó una de las curvas,
Abrió de pronto sus grandes ojos negros.
Elevó sus manos hacia la línea que apuntaba al 13.
Se burló sacando su lengua
Y dejando ver la negrura profunda de sus entrañas.
En su boca surgió el abismo: su alma.
El papel ya no era más papel.

Out of neurons era su deseo, no su caída.
Fantasmagóricos puntillos.
Detalles.
Era cuestión de terminar las últimas costuras del vestido.
Ya no quedaron hendiduras
Y la planicie de líneas negras
Devino terreno plagado de relieves.

lunes, 11 de agosto de 2008

Escindiéndose


Ni siquiera lo pensaba. Esta vez no tenía problema alguno, salvo su miedo de siempre, su verdadero amigo entre los enemigos de siempre. Pensó: “las dudas, tarde o temprano, son como enigmas irresolubles por alguna respuesta. Se prefiere olvidarlas respondiéndoles con rutinas deliciosas, pero con alto contenido de resignación. Eso es la realidad”.
Fue así como la circunstancia se le lanzó en cima, lo hostigó como había pensado, sin embargo, volvió a caer en la trampa: creerse libre.
Intentó formularse una pregunta que sea la respuesta que nunca había dado. Volcó sus retinas, y tímido de serlo, abrazó la expectativa con fuerza, porque: “aún cansado de andar, sigo andando”, se dijo. "Porque aún sabiendo callar, sigo hablando. ¿Con quién?" Con quién sino con nuestra reverberación tímpanos adentro, conciencia adentro.
Se preguntó quién será el que pueda llegar hasta ese recóndito espacio, y quizá uno mismo es ese “quién” que puede llegar allí.
"¡Vamos! ", todos nos damos cuenta de que somos un reflejo de lo que creemos ser.
"¡Vamos!", le dijo a su cuerpo, a su razón, a su desesperación.
"Da un paso". Quizá sea para atrás. De todas maneras, solo él sabe adonde.
"Da un paso hacia el próximo paso", dedujo su conciencia con ojeras.
"¿Dónde queda el próximo paso entonces?"