jueves, 19 de febrero de 2009

Hola a la despedida. Chau a la bienvenida.



- Hola.
- Hola, ¿cómo estás?
- Qué pregunta. No sé, si queres te puedo decir “bien” por una cuestión de costumbre o protocolo. Si no puedo serte más sincero y decirte: no lo sé, pero tengo un sabor a felicidad. Quizá por primera vez en mi vida.
- Me quedo con la segunda respuesta. Es más sincera que el “bien” ese que siempre decimos, pero también muestra que tenés más problemas para responder con seguridad a tan simple pregunta, que de por sí, es una pregunta protocolar y hecha por costumbre.
- Sí. Es verdad. Pero me parece que es sincero mostrar los problemas de uno, y creo que la sinceridad es una de esas cosas por las cuales hoy puedo decir que por primera vez en mi vida he probado el sabor de la felicidad.
- Bien. ¿Y cómo amaneció en vos esa felicidad de la que hablas, o mejor dicho, ese sabor a felicidad que está empapando tu paladar?
- Dijiste bien. Mi paladar, a pesar de no saber muy bien qué es, está empapado en ese sabor nuevo. Ese sabor lo probé en la distancia, allí está, estoy seguro; sin embargo, no hay que ser ingenuo y pensar que está lejos, no necesariamente la distancia esté lejos. Te puedo decir también que ese sabor lo probé conociéndome, buscando conocerme, buscando huir para llegar, y perderme para encontrarme. Buscando una plenitud que aquí no tenía, buscando una frescura que aquí no existe, y un encierro que aquí es muy pequeño.
- ¿Qué interesante lo que decís? ¿Te imaginabas diciendo estas cosas hace 4 meses?
- No. Pero tenía la esperanza de poder ser capaz de decirlas. Y además, lo presentía. Este era el momento para empezar a hablar ese idioma, para entender sus primeras palabras. Era una gran presión, porque si la oportunidad que tenía, que la aceché por largo tiempo, se me llegaba a escapar de las manos, creo que hubiese perecido en fábulas infelices y marchitas sin juzgamientos. Eso también lo presentía, eso lo presentía como la culpa que uno siente cuando se arrepiente no por lo hecho, sino por lo no hecho por tal o cual razón.
- Bueno, voy a ser directo: yo me estoy yendo para siempre, ha terminado mi carrera, vine a despedirme, y también a decirte que a pesar de todo, fuiste un gran compañero, un gran colega, un gran hipócrita en esta parábola de verdades peregrinas.
- Fue un placer.
- Tengo una última inquietud antes de despedirnos: ¿bajo qué forma apareció ese sabor a felicidad?
- ¿Por qué lo preguntas?
- Porque yo todavía no lo he probado.
- Mmmm. Tiene la forma de una montaña, la de una nube, la forma de una piedra, o la de un árbol, o la de un río. Tiene el color de un lago, el color de la luna, el color de un caballo, de un ave, de un tábano. Tiene el aroma del aire, y la voz de un silencio lleno de matices. Dibuja caminos serpenteantes, y desfila vestida de personas bellas, hermosas, tan enteras que exageran lo humano. A veces te conquista con un beso, otras con un abrazo, y otras con una pesadilla de la que se ruega jamás salir.

1 comentario:

Nuria Yasmín Meta dijo...

Sorpresa, asombro, entendimiento, consideración, identificación.
Sensaciones que invaden mi mañana de viernes entre tormentosos bostezos...
Y mi cabeza, que ya no detiene en reparo, recuerda fervientemente aquel momento en que despertaste de una siesta, a la luz de la sombra que un árbol inmenso, de raíces fuertes y copa tupida, te proporcionaba en una suerte de refugio con un "microclima" agradable, y viniste donde yo estaba a mojar tus pies en el agua. Charlamos unos instantes y sin mas vueltas abriste grandes los ojos y con la inocencia de un niño soltaste tu reciente pesadilla. Habías dormido muy profundo.
Lugar mágico, si los hay...
Y no faltaba el lago, ni las montañas ni las nubes, ni las piedras o los árboles, ni la maravillosa gente o los caminos. Ni (particularmente en ese momento) los ABRAZOS. Siento haber formado parte de esa nueva noción de sabor que se impregnó también en todas mis papilas gustativas y gracias a tu descripción, ahora lo saboreo mejor.

Hermoso relato, hermoso diálogo, hermosa tu expresión, para variar.
Palabras justas y elocuentemente acertadas..

Te adoro, te extraño.

Nuri