jueves, 25 de marzo de 2010


Ya de niña murmuraba el alma,
Pero ya no es ésta la razón que le engaña,
Ya no es ésa la voz que le llama.
Porque peor es el riesgo de conquistarla,
Y peor es la suerte si eso no alcanza.

Una vez hecha la grieta
Allí se hunde su color y descansa.
Una vez hecho el galope,
Ya no hay sed de venganza.

Así de frágil, así de liviana,
Se derrama una pregunta magra.
Así de fuerte, así de humana,
Se escabulle una culpa innata.

Merodeando,
Por entre las luces bajas,
Se descubre cómplice
La mentira que abraza,
Pues, ya no aspira a ser veterana
Ésa voz que amenaza con no amarla.

viernes, 26 de febrero de 2010

Nº1


No quería sacarlo de allí, porque parecía puesto en ese lugar para que nadie lo mueva, para que nadie dé nuevo comienzo a la carrera por guardarlo; pero no pude resistirme. Cuando lo tuve entre mis dedos me incliné primero por olerlo. Sí, había pasado mucho. El papel apenas mantenía su textura, escudándose con desmoronarse. Ya extraño recordar que abrir el sobre no fue fácil, y extraer la carta que contenía tampoco. Tuve que ser muy cuidadoso, como si tuviera en mis manos un códice maya. La tinta apenas se distinguía, todo parecía escrito con lápiz. Tomé los lentes que la vejez me ha obligado a emplear y me llené de valor para leer las palabras que garabateaban mi memoria.
1er día de mi año cero
Estimado enemigo:
Virando desde un lugar añejo, tosco, y predecible, hacia otro inconcebible, ajeno, y voraz, mi limosna caprichosa compuso su mejor canción y pintó su mejor mural. El resultado fue una solución porosa: la culpa de ser inevitablemente un moralista que no cree en la moral por ser, precisamente ella, inmoral. La inmediata reacción fue la de fluctuación. Pero habiendo usado el mismo vaso sucio una y otra vez, todavía no entendía cómo hacer para hacer algo con él. No tardé mucho tiempo; la violencia se hizo una costumbre, porque ya no creía en ella; tampoco creía en la debilidad, porque ya todo se había convertido en un disfraz de disfraces. ¡Con qué atrevimiento el hombre usa palabras tales como "Todo", "Nada", y "Algo"! ¿Con qué arrogancia perdemos la cordura?
Lo siento; no tengo otra palabra para decirlo: TODO se había convertido en un juego en el que la victoria se conseguía ocultándole más verdades a la verdad para que diga mejores mentiras. Pero ese juego fue desvigorizándose poco a poco, ese juego terminó por volverse un vicio, y por aburrir a sus adictos; ese juego terminó por hipotecar todo aquello en lo que se creía ciegamente para no ver que la “real” creencia era la incoherencia que diagnosticaba el despropósito
“.