Dada la situación, seguridad no le faltaba, es decir,
estaba segura su seguridad sobre ciertas cosas; por ejemplo:
que todo lo que se le presentaba era insuficiente,
que todo le era imperfectamente doloroso,
y que todo lo moralmente climatológico que la arrepentía,
la hacía verse como presa de un todo de nada vaporizada.
No es “segura”, por el contrario,
que todo lo que se le presentaba era insuficiente,
que todo le era imperfectamente doloroso,
y que todo lo moralmente climatológico que la arrepentía,
la hacía verse como presa de un todo de nada vaporizada.
No es “segura”, por el contrario,
su “seguridad” sobre cosas que la enmarcan
como lienzos de pintura abstracta que no se han creado,
y en los que hace falta un interlocutor
y en los que hace falta un interlocutor
para que los colores tomen un posible sentido.
¿Pero de qué estamos hablando,
¿Pero de qué estamos hablando,
qué es esta sensación de seguridad insegura,
de seguridad indeterminada,
imperfecta y lastimadora?
Esa sensación, es lo que nunca se materializa
Esa sensación, es lo que nunca se materializa
frente al miedo de lo que nunca está.
Es el “nunca” que cautiva frente al “siempre” que desgasta y no se va.