domingo, 24 de agosto de 2008

Sorry for the mess


Se culpó por lo que había pensado. Estaba incómodo. ¿Tenía sentido culparse? No lo sabía. Sabía que sentía una enorme desazón, angustiante, densa, llena de anonimatos; cumplía, no obstante, su pulsión mas morbosa, mas carnívora. Pero ¿qué fue lo que sucedió exactamente? Quiso responderse y no pudo hacerlo, vio tentadora la idea de enderezar su postura para voltearse una vez más y así poder confirmar lo que nunca se confirmaría. Atrás suyo, las cosas no eran… cosas. “¡Diablos! Ojala tuviera el coraje”. ¿Qué coraje? ¿Con respecto a qué? Se supone que era con respecto a su culpa. Sentía que no tenía el coraje de tener culpa, pero de todas formas se culpó. “¿Qué fue lo que hice?”, gritó palpitando ya una sensación de muerte moral que cavó un hoyo sin fondo en su abismo interno.
Las imágenes jugueteaban en su visión, una visión que se regocijaba de… Intentó hacer de sus manos la herramienta para palpar el cuerpo que portaba. No sabía si veía lo que estaba alrededor suyo, y cuando sintió su pecho de locomotora, recorrió, con el tacto aterrorizado, su rostro, encontrándolo húmedo y frío. Lo ultimo que recordó fue el despertador que taladró sus oídos cuando los números marcaron las nueve de la mañana, y la fatiga pesada que como una roca lo sostenía placenteramente, y lo ataba obedientemente al cálido espacio entre las sabanas manchadas.

No hay comentarios: